Mirando al Misterio  - Primera Edición 1972


MIRANDO AL MISTERIO
–Samael Aun Weor–

ISBN: 9788492001255
Libro de alquimia y simbolismo
Páginas: 160

Precio: 11€

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En la vida de cualquier ser humano surgen en algún instante incógnitas de tipo existencial y a veces un límite a partir del cual comienza lo insondable, lo incomprensible para las deficientes capacidades del intelecto humano.

Regiones suprasensibles, seres de otras dimensiones, universos paralelos que coexisten con nosotros, son temas conocidos y muy usuales para el Maestro Samael Aun Weor, quien con diamantina palabra nos lleva de la mano por el misterio.


 

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LA MUERTE
(Capítulo I del libro Mirando al Misterio - de V.M. Samael Aun Weor)



1. - Hace muchos años cuando murió mi padre estábamos velándolo otras personas y yo. Dichas personas estaban acompañándome cuando me quedé dormida por un momento y de pronto vi que mi padre entró en el cuarto donde estábamos velándolo, llevaba sus manos metidas en las bolsas de su pantalón y me preguntó que quién se nos había muerto, que quién era aquél que estaba tendido, y yo pensé que era mi padre que acababa de morir y estaba hablándome.

¿PODRÍA DECIRME A QUÉ SE DEBIÓ ESTE FENÓMENO?

R.- Es indispensable comprender que las gentes jamás en la vida se preocupan por despertar Conciencia; realmente todas las personas del conglomerado social tienen la Conciencia profundamente dormida. Es obvio que después de la muerte; el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, continúa con su vida ensoñativa; si a algún desencarnado se le dijese que está muerto obviamente no lo creería.

Es ostensible que los desencarnados piensan siempre que están vivos, pues nada extraño encuentran al morir. Ellos ven siempre el mismo sol, las mismas nubes, las mismas aves ensayando el vuelo desde los tupidos sauces del jardín.

Los llamados muertos, después del gran paso, deambulan por las calles de la ciudad o por los distintos sectores del suburbio donde fallecieron. Normalmente continúan con su trabajo cotidiano, y se sientan a la mesa en su casa y hasta se dan el lujo de acostarse en su lecho, jamás pensarían que han pasado al Más Allá. Ellos se sienten viviendo aquí y ahora.

En estas condiciones al ver su cuerpo en el ataúd, suponen que se trata de otra persona, ni remotamente sospechan que se trata de su mismo vehículo fallecido; esa es la cruda realidad de los hechos; por eso no se extrañe en modo alguno de haber tenido esa experiencia íntima.

2. - ¿A qué se debe el temor que sentía mi hermana más pequeña de entrar en la habitación donde fue velado mi abuelo?

R.- Dicho temor tiene mucho de ancestro. Por lo común se transmite de padres a hijos; no hay nadie en la vida que no lo haya sentido; lo mismo sucede cuando penetramos a una caverna tenebrosa o cuando nos encontramos en presencia de un fantasma real. La causa Causorum de todo esto estriba en la psiquis subjetiva, mejor dijéramos en la Conciencia dormida.

Cuando uno despierta Conciencia es ostensible que tales temores desaparecen radicalmente.

3. - ¿Por qué los niños pueden ver a un desencarnado y los adultos no? Mi hijo el más pequeño vio a mi padre recién desencarnado y platicaba con él.

R.- En nombre de la verdad debemos ser claros y enfatizar ciertas ideas. No está de más decir que todos los niños son clarividentes. Se nos ha dicho que antes de cerrarse la fontanela frontal de los recién nacidos, eso que llaman “mollera”, tienen las humanas criaturas el poder de ver lo suprasensible, aquello que no pertenece al mundo físico, eso que es invisible para los adultos.

Si los seres humanos reconquistaran la inocencia en la mente y en el corazón es incuestionable que recobrarían la divina Clarividencia, el poder de ver lo oculto, lo misterioso, lo desconocido.
4. - ¿Cuándo morimos, no tenemos el peligro de perdernos? ¿O alguien nos espera?

R.- ¿Qué es eso de perdernos distinguida dama? ¿Qué es eso de perdernos caballeros? ¿Hasta cuándo vais a dejar de tener miedo? ¿Se pierde uno acaso en su casa? Ya he hablado claro y demasiado, ya he dicho que durante los primeros días continuamos viviendo en la misma casa donde fallecimos y de eso hay muchos testimonios.

Al morir nos encontramos a aquellos difuntos queridos que se nos han adelantado, es decir, a nuestros parientes y amigos.

5. - ¿Podemos reconocer a esos parientes y amigos que nos encontramos al desencarnar?

R.- Tú puedes reconocer a tu madre fallecida, a tu padre, a tus amigos y parientes; ¿supones que puede uno desconocer a sus seres queridos?

Tu pregunta es bastante extraña, es obvio que ningún hijo podría desconocer a la autora de sus días, es ostensible que todos tenemos la capacidad para reconocer lo que hemos conocido.

6. - ¿Cuándo morimos, no sufrimos de soledad?

R.- Cada cual es cada cual; el egoísta, aquél que se auto-encierra, el misántropo, aquél que no ama a nadie, es obvio que ya aquí mismo tendrá que pasar por la amargura de la soledad; Después de la muerte resulta patético, claro y definido su doloroso estado solitario en la región de los muertos.

7. - De acuerdo con eso que llaman Destino ¿es cierto que tenemos los días y las horas contadas?

R.- Distinguido caballero, con el mayor placer responderé a su pregunta. Cuando usted sale de viaje es incuestionable que lleva determinada cantidad de dinero para los diversos sistemas de transporte. Obviamente usted debe saber gastar su dinero, porque si lo malgasta su viaje habrá de ser interrumpido.

Quiero que comprenda que al venir al mundo los Ángeles del Destino depositan en nuestros tres cerebros determinado capital de valores vitales. Es claro que si los malgastamos, si acabamos con dicha fortuna, el viaje por el camino de la existencia será interrumpido prontamente; mas si los ahorramos, nuestro viaje podrá hacerse largo y así llegaremos hasta la ancianidad.

8. - Me sorprende usted con eso de los tres cerebros, yo siempre he oído que tenemos un cerebro, ¿podría decirme cuales son esos otros dos?

R.- Conque le sorprende a usted lo de los tres cerebros... Compréndame: entre la caja craneana tenemos el cerebro intelectual; En la parte superior de la espina dorsal tenemos el cerebro motor, el centro capital de los movimientos; En el plexo solar y demás centros simpáticos está el cerebro de emociones. ¿Me ha entendido ahora?

9. - ¿Por qué sentimos miedo al pensar en la muerte y por qué nos apegamos a la vida?

R.- El deseo de vivir es muy grande; todos los seres humanos quieren vivir, están apegados a la vida sensual. Es obvio que la adhesión, el apego, el deseo de existencia material nos tienen fascinados; en estas condiciones de ninguna manera queremos morir, tenemos miedo a la muerte, no queremos dejar de existir.

Si las gentes basándose en comprensión perdieran el deseo de vida material, entonces el temor a la muerte desaparecería. Uno llega a perder tal temor cuando comprende lo ilusorio de la existencia, cuando ve que nada en este mundo es permanente. Pasan las ideas, las cosas y las personas.

10. - ¿Cuándo una persona desencarna, Qué hace el Alma? ¿Adonde se encuentra para volver a encarnar?

R.- Hay que hablar claro y comprender; las gentes tienen la mente demasiado dogmatizada; existe deterioro intelectual; ya las personas no son capaces de abrirse a lo nuevo, de ver lo natural, siempre piensan en lo artificioso y lo consideran como patrón de todas las medidas.

En otros tiempos los sentidos humanos no se habían degenerado todavía. En las arcaicas épocas de nuestro mundo, las gentes podían ver a los desencarnados, oírlos, palparlos, etc.

En la Lemuria, por ejemplo, cuando alguien iba a desencarnar, cavaba su propia fosa y se acostaba en ella con la cabeza hacia el Oriente; feliz se despedía de sus parientes y estos sonreían alegres. Quien pasaba al Más Allá no quedaba invisible para sus parientes; bien podía seguir conviviendo con los suyos deliciosamente; el aire parecía transparente; en la atmósfera se veía claramente a los espíritus, a las almas, a las criaturas inocentes de la Naturaleza.

Pero sabemos que en la atmósfera, bajo esas zonas que pertenecen a lo tridimensional, a lo físico, existen regiones metafísicas, a modo de mundos o espacios, donde las almas de los muertos viven antes de volver a tomar nuevo cuerpo.

11. - ¿Por qué siempre que sueño con mis parientes difuntos, platico con ellos y me afirman que no han muerto y que están en perfecto estado de salud?

R.- Distinguido caballero, me place su pregunta y con el mayor gusto le contesto. Ante todo quiero que usted entienda lo que es el proceso del sueño. Es incuestionable que el sueño es una muerte chiquita, como dice el dicho vulgar. Durante las horas en que nuestro cuerpo yace dormido en el lecho, el Alma ambula fuera de él, va a distintos lugares, se pone en contacto con los que han fallecido y hasta se da el lujo de platicar con ellos.

Es claro que los muertos jamás creen que están muertos porque en su vida jamás se preocuparon por despertar Conciencia; ellos siempre piensan de sí mismos que están vivos; ahora se explicará usted el motivo por el cual las almas de sus muertos queridos le hacen tales aseveraciones.

12. - ¿Por qué los espiritualistas tienen especial predilección por llamar o invocar a los difuntos?

R.- Bien, así lo aprendieron ellos de sus maestros, Allan Kardec, León Denis, y muchos otros; lo grave es que tales autores no investigaron a fondo el hueso medular de esta cuestión.

Ante todo quiero, mi estimable caballero, que usted sepa que todos los seres humanos tienen dentro un “yo”, un Ego, el mí mismo, el sí mismo.

Por favor no piense que el tal “yo” es lo mejor; estudie usted el “Libro de los Muertos” de los antiguos egipcios y comprenderá lo que le estoy diciendo.

¿Usted ha leído el Fausto de Goethe? ¡Ah! Si usted conociera lo que es ese Mefistófeles me daría la razón; es incuestionable el carácter tenebroso de Mefistófeles, el Ego, el “yo” el mí mismo.

Quien se mete en el cuerpo del médium espiritualista es el “yo” del difunto, Ahrimán, Mefistófeles. Es indubitable que tal “yo” personifica a todos nuestros defectos psicológicos, todos nuestros errores.

El Ser del difunto jamás viene a ninguna sesión de espíritus; distinga usted entre el Ser y el “yo”; Quien acude a tales sesiones es Satán, el mí mismo. Quiero que usted comprenda lo que es la Ley de Acción y Consecuencia; las personas que prestan su cuerpo, su materia a los “yoes” de los muertos, a Mefistófeles, a Satán, en su futuro nacimiento tendrán que padecer mucho por la epilepsia.

13. - ¿Podría usted decirme que es el Ser?

R.- El Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser; el Ser es Lo Divinal, la Chispa inmortal de todo ser humano, sin principio ni fin, terriblemente divino.

Todavía los seres humanos no poseen esa Chispa dentro de sus cuerpos, mas si nos santificamos y eliminamos el “yo pecador”, el Mefistófeles, es claro que un día la Chispa podrá entrar en nuestros cuerpos. Ahora lo invito a usted a comprender lo que es el Ser.

14. - Después de la muerte ¿Recuerda uno toda la vida que acaba de pasar?

R.- Sepa usted señorita, que después de haber abandonado el cuerpo físico todo difunto revive en forma retrospectiva la vida que acaba de pasar.

El desencarnado comenzará reviviendo aquellos instantes que precedieron a su muerte; por tal motivo durante los primeros días, como ya dijimos, vivirá entre los suyos, en su casa, en su aldea, en su pueblo, en su oficina, en su trabajo; después, continuando, vivirá en todos aquellos lugares muy anteriores; en cada faceta de su existencia pasada repetirá los mismos dramas, las mismas palabras, las mismas escenas, etc. La última parte retrospectiva corresponde a los procesos de la infancia; terminada la retrospección tenemos que presentarnos ante los Tribunales de la Justicia Divina; los Ángeles de la Ley nos juzgarán por nuestros actos, por nuestras obras.

Tres caminos se abren ante el desencarnado: Primero, unas vacaciones en las regiones luminosas del espacio infinito antes de volver a tomar cuerpo. Segundo, volver a una nueva matriz en forma inmediata o después de algún tiempo. Tercero: entrar en los mundos infiernos dentro del interior del planeta en que vivimos.

15. - ¿Es posible que esa retrospección se haga en vida?

R.- Muchas personas que han estado a punto de morir ahogados, han visto pasar su vida en forma retrospectiva; esto mismo les ha sucedido a gentes que han estado cerca de la muerte por tal o cual motivo.

16. - Cierto día, tramitando asuntos de fosas y criptas para sepultar a familiares, platicando con el administrador del cementerio, de pronto me quedé callado y con los ojos desorbitados durante un buen rato; él siguió hablando y al ver que no le hacía caso, me preguntó si me pasaba algo; al hablarme fuerte, desperté de mi ensimismamiento y le relaté lo que me había acontecido. Resulta que cuando dejé de hablar empecé a sentir la presencia de alguien y al voltear vi junto a mí a mi suegra recién desencarnada por quien estaba yo arreglando los asuntos del cementerio; después ella se sonrió amablemente y me invitó a pasar haciendo un ademán. Como no podía moverme se limitó a despedirse y desaparecer de mi vista. Al terminar mi relato el hombre tenía los pelos de punta y la carne de gallina y nerviosamente me decía que en los años que llevaba en el panteón nunca había tenido una sensación como esa. ¿Podría usted decirme a qué se debió este fenómeno?

R.- Con el mayor placer contestaré a su pregunta, distinguido caballero. En modo alguno debe usted extrañarse por una visión suprasensible; en los tiempos de la Lemuria, ya dije, los muertos eran visibles en la atmósfera para todo el mundo; qué lástima que ahora las gentes se sorprendan con este tipo de visiones.

Nada tiene de raro que un fallecido pueda hacerse visible de cuando en cuando en la atmósfera y eso le consta a usted mismo; es obvio que lo pudo verificar con percepción directa; el administrador del panteón no llegó tan lejos pero sí pudo tener cierta sensibilidad psíquica, lo suficiente para que sus pelos se hubieran puesto de punta y su piel como cuero de gallina.

17. - Siempre que sueño con mi abuela materna y la veo triste, me señala algo que al despertar no recuerdo, pero me he dado cuenta a través de los años que a los ocho días después de haberla soñado, alguno de mi familia se pone en estado de gravedad. ¿Podría usted decirme a qué se debe esto?

R.- Distinguida señorita, ya he dicho mucho en mis conferencias que, durante las horas del sueño normal común y corriente, las almas de los vivos se escapan del cuerpo que duerme en el lecho y entonces se ponen en contacto con las almas de los muertos.

Que se vea usted con su abuelita, eso es normal en la Dimensión Desconocida. La visita ella en instantes de angustia o cuando va a enfermar alguna persona de su familia, ¡ya ve usted como los muertos están tan cerca de nosotros!